11 de septiembre de 2010

El poder del troll

En La jornada, cada que sale una nota que tiene que ver con Fidel Castro, hay un Castro hater que se pone a hacer comentarios respecto a lo incompetente e inepto que es el ex gobernante isleño, y a hacer comparaciones de Cuba con Japón y China (un ejemplo). Sus comentarios son tan tendenciosos y tienen tan mala leche, que un montón de otros lectores-comentadores le responden indignados, y algunos proveen argumentos que desmontan contundentemente la ignorancia desplegada por el hater, pero este último en lugar de dar muestras de inteligencia y entender que ya se lo mearon, que ya fue humillado por los inteligentes comentarios de otros en el foro, vuelve a la carga con el doble de mala leche e ignorancia. Y de ese modo, entre aclaraciones, precisiones históricas, mentadas de madre, y llamados al hater a que mejor se informe, el espacio de los comentarios se prolonga por otros 10 o 15 textos provocados por él, caso típico de troll. Supongo que debe ser muy estimulante que gente pendeja se ponga a comentar pendejadas, así da cabida a que muchos otros la corrijan, sin importar si esos bienintencionados correctores están plagados de faltas ortográficas y errores gramaticales; sin embargo, creo que la mejor forma de lidiar con los trolls es ignorándolos, de lo contrario no sólo los estimulamos a seguir haciendo de las suyas, sino que además les damos un poder demasiado grande, que seguirán usando mientras puedan.

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