26 de junio de 2011

Leer se toma su tiempo

Hace unos veinte días escribí sobre mi última adquisición de escritos de Umberto Eco, lo cual habría podido hacer suponer a los que me conocen que para estas alturas ya tendría que haberlo terminado. Pero no, lo empecé apenas hoy, y eso fue porque justo cuando recibí el libro había empezado el de Theory of Semiotics, del mismo autor, y luego quise releer el de La vida eterna, de Savater. En el de La vida eterna releí todos los argumentos que hacen los antireligiosos y ateos a los que he estado expuesto en últimas fechas, excepto que Savater es conciliador y no condena a los que creen, al contrario, condena a los que condenan a los que creen. Pero esa me parece una postura ligeramente inconsistente, porque si bien en algún punto trata con sarcasmo las objeciones últimas de "¿y tú quién eres para cuestionar la voluntad de Dios?", luego parece decirles: "bueno bueno, yo creo en lo comprobable, verificable y científico, pero si ustedes quieren creer en fantasías mágicas irracionales, por mí, perfecto."

Y claro, parte del argumento son los campos de verdad (o campos semánticos), uno es el literario religioso, en el que el cuento narra que Jesús nació de una virgen, y es muy distinto del campo de la biología en el que la partenogénesis en los seres humanos es de hecho imposible, al menos hasta el momento. Pero aunque son campos de verdad distintos, uno en una historia religiosa y otro en investigaciones científicas, se traslapan cuando los fundamentalistas (gran porción de los religiosos que creen literalmente lo que dicen las escrituras de su libro sagrado predilecto) opinan que no, que Jesús nacido de una virgen es la Verdad, que no hay de otra, que así fué históricamente y que por imposible que parezca a los biólogos, gracias a la intervención de Dios, fue un hecho en la realidad, en Nazareth, hace dos mil años.

Del mismo modo, cuando los religiosos se ponen a decir que la teoría de la evolución es una mentira porque Dios creó a Adán y Eva del barro, o cuando dicen que la tierra tiene entre cuatro y seis mil años de antigüedad, son ellos, los religiosos, los que están encimando campos de verdad y descartando la "verdad" científica, y no los científicos o ateos. Así que decir que las religiones son dañinas para el progreso, el avance y la investigación científicos, para la enseñanza de conocimientos que ya tienen cerca de 150 años, etc, no se hace debido a que los individuos racionales y ateos encimemos esos campos semánticos, sino que porque los religiosos lo hacen y perjudican la trasmisión del conocimiento que ha llevado al hombre a la luna y que ha inventado maravillas como la internet; es decir que los religiosos, al pretender que el campo de verdad de sus libros sagrados sea la única verdad posible, perjudican a la humanidad.

En fin, de cualquier modo me gusta mucho el modo de exponer de Savater, ya que hace un despliegue inmenso de referencias respecto del tema, y siempre explora junto con grandes filósofos y hombres de letras de todos los tiempos, y desde todos los ángulos, las preguntas más antiguas de la humanidad. Recuerdo una vez que mi cuñado (el felón explotador de mi hermana) me decía que no le gustaba Savater por "su proyecto", el cual seguramente tenía clarísimo incluso sin haber leído la obra del filósofo español; no supo explicarnos bien en qué consistía dicho proyecto pero tenía que ver con el manejo de la idea de libertad y la creencia de mi cuñado en la imposibilidad de dicha libertad, y claro, por suerte para él tuvimos que despedirnos antes de que pudiera seguir quedando en ridículo. No señor, Savater es uno de los grandes, quizá él mismo no esté ofreciendo ideas nuevas al mundo, pero está digiriendo y condensando y divulgando genialmente todas las ideas del pasado, sin que ningún filósofo se le escape. Es padrísimo vivir en una época en la que se tiene acceso a Umberto Eco, Savater, y Noam Chomsky. Mi analogía es la siguiente: imagino estar en 350 a.C., viviendo en alguna ciudad centroamericana, con acceso a las investigaciones de Aristóteles, Lao-Tsé, y demás sabios contemporáneos.

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