La inmensidad del universo
La gente llega a creer que ningún sentido puede encontrarse en la vida por muchas razones conectadas a la finitud humana. Todas esas razones son erroneas. Son distorsiones cognitivas que obstruyen el camino de nuestra búsqueda. Consideremos algunos ejemplos:
Uno, la gente se deja impresionar con frecuencia por el pensamiento de que, no solo se morirán, sino que también el universo mismo llegará a su final. En miles de millones de años el sol y las estrellas se volverán supernovas y luego se colapsarán en hoyos negros. En cientos de miles de millones de años, los hoyos negros mismos irradiarán su energía, y el entonces oscuro universo consistirá solamente de un vasto y delgado reguero de neutrinos. Todos los registros de los proyectos humanos estarán perdidos. No quedará nada a lo que le importe, o incluso se pregunte, cómo vivieron los seres humanos.
Sin embargo, el inevitable fin del universo miles de millones de años en el futuro no impide que el presente tenga sentido y valor. Lo único que demuestra es que la búsqueda de un propósito cósmico fracasará. Ya habíamos abandonado la búsqueda de un propósito cósmico por otras razones. La muerte del universo no plantea un problema mayor para el sentido de la vida del que plantea nuestra muerte personal.
Dos, la gente se deja impesionar con frecuencia por la mera vastedad física del universo y por los los miles de millones de años por los que ha existido. Cien millones de estrellas como el sol existen en nuestra galaxia. Cientos de millones de galaxias existen en la pequeña porción del universo que los astrónomos han examinado hasta ahora. ¿Cómo puede una vida humana, que sucede en un absurdamente minúsculo trocito de espacio y tiempo, tener cualquier sentido?
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