De mayo de 2006 a mayo de 2009 estuve registrando mis gastos personales en unas hojitas de papel. La idea era salvar al mundo por medio del consumo. Es decir, crear una nueva economía completa a partir del conocimiento que los individuos tuvieran de su propio consumo personal. Ahora bien, mi experimento salió bien los primeros ocho meses, porque anotaba religiosamente mis gastos en mis hojitas, y en la noche vaciaba la información en una tabla de excel, el objetivo era graficar al final del año el total, las tendencias, las constantes, etc. El problema empezó cuando, después del éxito inicial, quise modificar la estructura de mi tabla para que cupieran más datos que según yo eran relevantes. Entonces detuve la captura en excel en lo que reformateaba mi tabla, pero seguí capturando manualmente en mis hojitas de papel. Cuando por fin tuve lista mi nueva base de datos, con la que según yo podría sacarle todo el jugo necesario a la información, me di cuenta de que ya llevaba un mes de atraso en la digitalización de los datos. Si al final del día me tomaba cerca de 10 minutos el vaciado de la información, pasar al excel un mes entero iba a tomarme cerca de cinco horas. Así que fui dejándolo pasar para algún día en que tuviera más tiempo, y así se me acumularon dos meses, tres, seis, un año, y para cuando dejé de capturar mis gastos ya llevaba casi 24 meses de retraso, es decir, 120 horas de captura, o el equivalente a quince jornadas laborales completas...
Ese acercamiento al estudio de mi consumo redituó un par de hábitos como el comprar revisando siempre la fecha de caducidad, y preferir varios empaques chicos a uno grande, porque al abrir cualquier producto dura mucho menos su frescura. Pero esos son hábitos que podía adquirir sin necesidad de todo ese esfuerzo. Otra cosa que me dejó fue lo siguiente: pensé en hacer una aplicación web para capturar ahí mis compras, pero ahora no me parece tan buena idea porque necesitaría seguir capturando la información casi casi a pata. En realidad habría que diseñar una aplicación que, en conjunto con los supermercados, al final de comprar con ellos le pidieran a uno un login y password y ellos mandaran toda la información relevante de los productos recién comprados a la cuenta del consumidor en cuestión. Habría que seguir capturando algunas veces, pero sólo las compras al menudeo, en tienditas o en el mercado. Claro que para hacer esto a los supermercados también tendría que convenirles, y ahí es donde no sé cómo podría convencerlos.
Otra enseñanza que saqué de esa experiencia es que hay actividades diarias que uno se compromete a hacer, que con retrasarse un par de días, o una semana, se pierde toda la inercia y a veces eso lleva al fracaso del experimento o del objetivo. Con lo que ante un retraso de un día hay que recuperarse de inmediato, y lo mejor es tener estrategias de adelanto para evitar posibilidades de retraso.
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