Mi musa y yo ya habíamos notado que la memoria de Loana se incrementa día con día cada que la llevamos con su pediatra, al principio lloraba hasta que lo veía en persona, luego, cuando llegábamos al consultorio, luego cuando estábamos frente al elevador, y la última vez desde el estacionamiento hizo ruiditos de preocupación. También, la última vez como que ya no hizo tanto drama porque recuerda que las experiencias recientes no han sido malas, la revisión ha sido rápida e indolora, y el doctor al final le da una paleta caries-génica muy sabrosa. Tal vez ahora que le pongamos la vacuna de la hepatitis A vuelva a odiar a su pediatra por las siguientes cinco o seis consultas.
Otro ejemplo: casi no hemos ido a casa de mis papás porque está lejos, en mi pueblo, Texcoco, y porque la logística para salir de casa con chamaca sigue siendo complicada, y porque en domingo o sábado nos levantamos tarde, y de por sí organizar el desayuno (con su respectiva lavada de platos) suele provocar un retraso considerable en nuestro viaje. Supongo que vamos a visitar a los abuelos paternos de Loana cada dos o tres meses. A ella le gustan mucho los perros de mi papá. En realidad le gustan todos los perros. Y esta última vez que fuimos se emocionó muchísimo desde que nos estacionamos enfrente de la casa. Dijo abueita, nonno, que es abuelo en italiano, y china, porque una de las perras que mi papá tiene se llama Carboncina (Pronunciado Carbonchina). Mis papás por supuesto que se conmovieron con la noticia de que Loana se acordaba tan bien de la casa, y de a quién íbamos a visitar.
Pero el último ejemplo de su excelente memoria, el más reciente y más asombroso, fue el sábado pasado que fuimos a festejar el cumpleaños de su tío Miguel; a casa de quién tampoco hemos ido mucho, no recuerdo si la última vez fue por navidad u en otra ocasión, pero sí tenía mucho tiempo que no íbamos. Pasó lo mismo que cuando fuimos a casa de mis papás: cuando estacionamos el coche, vio hacia fuera del coche, el portón, y dijo clarito "tío Miguel". Por supuesto que mi musa y yo nos emocionamos, nos conmovimos, y nos sorprendimos de tanta retención y creemos que Loana es una niña genio. Cuando cumpla dos años le compraré el método ese de Mi bebé lee, con lo que quizá para los tres ya sepa leer, y para los cuatro años ya haya terminado de chutarse todo Umberto Eco y todo Fernando Savater y esté lista para empezar con el resto de los filósofos famosos del pasado y más allá. Jejeje, mis proyecciones.
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