Suponemos mi amada y yo que Lucas entrará a la guardería dentro de cuando mucho dos semanas porque mi musa ya debe presentarse a trabajar en su oficina a partir de febrero a las nueve de la mañana, y no como hasta ahora, que ha podido trabajar desde casa. Sin embargo Lucas es un hueso duro de roer y no ha aceptado el biberón por nada del mundo, y no lo culpo, la chichi de mamá debe ser incomparable, y más si la comparación ha de hacerse con mamilas de hule y, por más que sea de Nestlé, fórmula imitación de leche.
Mi musa argumenta que Loana aceptó el biberón sin ningún pancho, pero no según mis recuerdos, según yo también lo rechazó enérgicamente, pero a fuerza de hambre por ausencia de la mamá se resignó y la aceptó, y ya luego le agarró gusto. De cualquier modo, ese no puede ser un impedimento para que Lucas entre a la guardería, ahí tendrá que aprender, no va a ser opcional. Y por supuesto, nosotros estaremos angustiados por él al principio, pero conforme pase el tiempo y se acostumbre a la escuelita, todo irá mejor y los ritmos se asentarán.
Por otro lado Loana tiene mamitis agudísima y quiere ser apapachada durante las noches por mamá y por nadie más; cuando trato de ponerla a dormir yo se ofende, me rechaza y llora amargamente. Al final mi amada y yo terminamos haciendo un switch, ella me pasa a Lucas para que yo lo ponga a eructar y abraza a nuestra beba y la acaricia y la mima hasta que se duerme. Eso excepto si está amamantando a Lucas, en cuyo caso tenemos que aguantarnos el pancho de Loana hasta que se calma o solita se queda dormidita.
Tema aparte: anoche fue la primer noche desde que nació Lucas que salimos mi musa y yo sin niños de la casa. Nos los cuidó una cuñada amabilísima y que ama a nuestros críos como si fueran suyos. Mientras tanto, mi amada compañera y yo nos dejamos invitar por mis papás al teatro, a ver una obra musical titulada Perfume de gardenia, que la verdad no está nada mal. El único detalle fue que al llegar preguntamos cuanto duraba, esperando que nos dijeran que hora y media, pero para nuestra sorpresa nos respondieron que tres horas. La obra tiene en su reparto a La Sonora Santanera en vivo, a entre doce y dieciséis bailarines, y a unos quince actores de primer nivel. O sea que son más de cuarenta personas en escena; o sea que por eso el boleto salió tan caro (casi seiscientos pesos y en el segundo piso), aunque más bien, considerándolo todo, no es tan caro. Fue un buen momento de esparcimiento, la obra estuvo divertida, tenía un dramita tipo telenovela como hilo conductor, suavizado y aderezado por tres puntos cómicos recurrentes, y adornado con música y show cabaretero en vivo.
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