Ahora Loana se despierta invariablemente en las madrugadas, por ahí de las tres o cuatro de la mañana, se para en su cuna, y por lo general llama a mamá. Suelo ser yo el que acude a su rescate, la levanto, la llevo a la cama, le reviso el pañal, y se da la no tan casualidad de que haya hecho pipí la cambio, la tapo con cobijas, y dejo que se vuelva a quedar dormida, tras de lo cual la cargo y regreso a su cuna. Verla ahí paradita en el rincón de su cuna, con una luz tenue, las greñitas en la cara, y abrazando sus cobijas para que pueda yo taparla cuando la cambie de cama, me encanta, me enternece, me derrite. Por otro lado, también puedo apreciar que dadas las circunstancias la escena parece, por algunos instantes, como de esas películas nuevas de horror de Actividad Paranormal et al.
Por otro lado, Lucas ya decidió que él no va a entrarle a esas fregaderas de biberón con chupón de hule ni nada por el estilo. En cuanto intentamos darle su leche en mamila, de cualquier tipo y marca, la rechaza, y si insistimos se ofende y enoja infinitamente; es decir que el enojo le dura entre media hora y una hora, lo cual para un bebé de dos meses es una eternidad. Como sea tenemos que seguir intentando pues mi musa ya va a regresar al trabajo, y ya sea mi mamá (que nos ha ayudado a cuidarlo) como las personas de la guardería (que podrían recibírnoslo mucho antes de lo previsto) tendrán que alimentarlo, darle su lechita, y no va a poder ser una chichi, así que antes de mandarlo al mundo tendrá que aprender a tomar en bibi. ¿O será que lo tendrán que alimentar con jeringas? Pos ya veremos.
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