El miércoles, no sé con qué y todavía no logro descifrarlo, me intoxiqué. Mis síntomas de intoxicación, como ya antes escribí son un progresivamente intenso dolor de cabeza que termina en nauseas y vómito abundante. Pues sucedió que me levanté ya con dolor de cabeza, fui a la oficina y trabajé un rato, salí a la tienda, compré una bebida enlatada, y para cuando hube bebido la mitad tuve que ir al baño a vaciar mi estómago. Pálido amarillo verdoso fui con Armando a anunciarle que me sentía muy mal, un dolor de cabeza terrible, que me iría a casa a descansar. De camino vomité al menos otras dos veces en la calle, mientras me dirigía a toda prisa hacia el depa.
Llegue a casa y hablé por teléfono con mi amadamusa para informar de mi estado. Me dormí. Ella vino cerca de la hora de la comida y se fue a una junta, yo seguí durmiendo (y despertando de a ratos para comprobar que seguía sintiéndome mal) hasta las siete y media de la noche, me levanté todavía aturdido, adolorido, la cabeza aún zumbante, hicelacamalavélosplatos y esperé a D que no tardó en aparecer. Escribí, trabajó, y poco después nos fuimos a "dormir". Para nosotros dormir es platicar hasta que nos da mucho sueño o hasta que nos avergonzamos de nuestra indisciplina crónica (porque sabemos que al día siguiente...) y nos proponemos el descanso.
El jueves me levanté temprano. Con tantas horas de sueño hubiera sido el colmo, ya tenía otra vez muchas energías, preparé el desayuno y me fui a trabajar todo el día logrando modestos avances. Me preocupa no saber qué me intoxicó. Igual que con mi economía, debería llevar un historial de mis achaques para irlos conociendo y previniendo.
14 de marzo de 2008
Achaques treintañeros citadinos
Etiquetas: reflexiones - Publicó persona.vitrea a las 09:00
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