Imaginemos que dentro de 20 años todavía tenemos vida y salud, imaginemos que para entonces en el mundo todavía hay rincones tranquilos y fértiles, que la humanidad ha sorteado la crisis energética y atómica, y que tiene en vías de recuperación al planeta. Pero sobre todo, imaginemos que D y yo seguimos juntos y alegres.
En ese escenario nos situamos ella y yo para elaborar nuestros sueños. Una casa, me dice mi musa, en un bosque, respondo yo, con una gran cocina y una mesota central de trabajo y todos los utensilios, replica, nos cocinaríamos cosas riquísimas con hierbas de nuestro huerto, concedo. Tendríamos una cama enorme con edredones ligerísimos, tendríamos instalación de sonido ambiental y un sistema digital con miles de melodías. Una gran biblioteca, con su scriptorium iluminado por ventanas a los cuatro lados. Habitaciones extra para los amigos visitantes.
Aunque la cooperación es la mejor manera de soñar, lo anterior supuestamente es después de 20 años de enriquecer nuestras arcas materiales por lo que la mayor traba ha sido eliminada. Sin embargo, nos metemos en muchos detalles prácticos, como por ejemplo el que haya conexión a internet, electricidad y medio de transporte a la comunidad y/o hospital más cercano. Para la electricidad quizá cubriremos el techo de celdas solares, uniéndolo a ventiladorsotes, y a fuentes geotérmicas. La web se expande a tal ritmo que para ese momento no debería ser un problema. En cuanto a poder desplazarnos, es indispensable, ya que aislados, con una cortadita o una infección, cualquiera puede desaparecer, y eso nos lleva directamente a la movilidad.
Queremos viajar, y ya que estamos soñando, ¿por qué limitarnos a una casa en el bosque?, tendríamos una en Barcelona, una en Buenos Aires, una en Nueva Dheli y una en el defe, a las que iríamos por periodos de seis meses o un año. Aunque si la humanidad todo lo de arriba, ¿qué clase de ambiciones serán estas?
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