A mi musa y a mí nos gusta cocinarnos. O prepararnos cariñosamente los alimentos que nos deleiten a los dos, que creamos que le agradarán al otro, o que se nos antojan individualmente.
Cuando ella lleva la batuta en la cocina es una tirana, me relega a tareas como lavar y picar, y aunque me trata con indulgencia le molesta que yo observe y comente sus acciones al mando (ya no digamos que meta mano). Yo soy más flexible, a veces dejo que cucharée en lo que hago o añada algunos ingredientes, pero según ella, empiezo a dar instrucciones en un tono insoportablemente mamón (situación que ha ocasionado algunas tensiones).
Las situaciones pueden ser variadas y nos hemos ido entendiendo. Si los dos estamos en la cocina, ha servido que definamos tácitamente y según la ocasión a un chef y un pinche, el primero prepara, sazona y sirve; el segundo se pone a las órdenes y no estorba. Nos ha funcionado también, encargarnos personalmente de un platillo cada uno. Y como los dos hemos demostrado nuestra valía culinaria e independencia, también nos aventuramos solos a la cocina, para prepararle al otro alguna delicia que suele tener recepción festiva y sonriente.
Cuando busquemos un espacio más ámplio para nosotros, posiblemente el próximo año, no nos conformaremos por tanto con una micro-cocina como las que suelen haber en los depas de la actualidad. Necesitamos una señora-cocina que nos permita expandir nuestras habilidades artísticas para complacer mejor al paladar del ser amado.
1 comentario:
A mi eso me parece muy hermoso y romantico...cocinar con la persona que amas es otra forma de decir "te quiero" juju. Me encanta!!
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