30 de diciembre de 2008

Hoy cumplo tres años con mi dulce compañera

Hoy (día de publicación deste post) pero de hace 3 años, el viernes 30 de diciembre de 2005, me encontré a las ocho de la noche en la cafebrería El péndulo que está en la colonia Condesa, con (en ese entonces) un cautivador prospecto de amiga, compañera de lecturas y correrías, cómplice y posiblemente algunas coincidencias más. Habíamos estado charlando vía messenger como desde un par de semanas antes, ya nos llevábamos bien y habíamos entendido que había algo más que algunas afinidades entre nosotros, pero queríamos constatarlo de manera palpable.

Al saludarnos, pocos minutos después de haber entrado nos regalamos un libro el uno a la otra y viceversa. Rayuela de ella para mí y La isla del día de antes de mí para ella (De Rayuela ya hasta saqué algo llamado el rayuel-o-graph, que próximamente ampliaré).

Esa vez nos la pasamos riquísimo (y desde entonces muchas más), y no sólo porque la intención no fuera más que conocernos mejor; conversamos y conversamos, nos reimos y nos divertimos mucho, bebimos harto café, hasta que en cierto punto llegó un mesero con cara de avergonzado a decirnos que el lugar ya iba a cerrar, que nos dejaba la cuenta para que la fuéramos a pagar. Pagamos y salimos del café, por lo general yo ando en transporte público aún hoy en día pero en esa ocasión tenía el coche de mi papá que por esas fechas, como cada año, estaba viajando.

"¿Cómo te vas a ir?" pregunté esperando que me dijera que tenía su coche en algún estacionamiento cercano, ella también resultó peatona y me dijo que pediría un taxi. "¿Quieres que te lleve?" pregunté, y se me quedó viendo raro por no haberlo propuesto antes... La cosa era que yo desconocía su situación, así como ella desconocía la mía, viajamos hacia su casa mientras alargábamos la conversación con casi cualquier tema que se nos ocurró.

Frente al edificio en que ella vivía seguimos platicando en el auto, luego nos despedimos, bajé a acompañarla a su puerta (a dos metros de la del coche), nos dimos un primer beso y desde entonces ya no nos soltamos. Hace un año ella escribió elocuentemente de nuestro encuentro, este año lo rememoro yo con una gran sonrisa. Amada mía, el tiempo no ha disuelto nuestro amooorrr, lo ha moldeado tal vez, y yo también espero con fervor que sigamos compartiendo juntos hasta que lo necesario nos disuelva.

Ah, y en el trabajo va todo bien: espero que el año que viene sea mejor y pueda lograr mi auto-gestión económica.

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