Yo pensé, cuando salí de México, que durante las dos semanas que estaría en Colombia no sólo acabaría con el de La Doctrina del Shock rápidamente, sino que me compraría otro libro y me pondría a leerlo. Total, la segunda obra de Naomi Klein sólo son 700 páginas de shock.
Pasó que aunque avancé mucho, ya estoy cerca del final de mi viaje y no he terminado el libro. Y no porque sea una lectura poco adictiva, tiene cualidades singulares y contradictorias para mí: siento un enorme asco por lo que le hicieron los friedmanitas a las sociedades y naciones del mundo, al tiempo que siento admiración y orgullo por personas de la integridad de Klein; así que cada que puedo, me pongo a leer algunas páginas.
Las madrugadas de la primer semana estuve traduciendo slideshows, el fin de semana pasado en Colombia (que se suponía que podría utilizar para conocer y turistear) estuve enfermo, y las noches de la segunda semana estuve estudiando para que no se notara que soy primerizo en esos cursos que di. Total que mis lecturas principales estas dos semanas fueron los materiales y ejercicios que iba a exponer y explicar a las pocas horas de leerlos. Angustiado como un chico que está estudiando para sus exámenes del día siguiente.
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