5 de diciembre de 2009

¿Material genético tranquilizante?

En una ocasión durante el pasado mes, conversando con el buen Óscar tras el nacimiento de Loana, me preguntó que si no sentía alguna especie de tranquilidad derivada de que mis genes ya lograron su continuidad, o dicho de otro modo, como ya le pasé la estafeta genética a m'hijita, si mi angustia vital ya había disminuido. Es decir, se supone que las personas buscan algo desde muy adentro de ellas mismas y ese algo es un llamado de la especie para seguir con esta bella locura (y no, no es Dios), un llamado que ultimadamente se reduce a procrear pero que tras al menos 10mil años de civilización cobra las formas más diversas y complejas.

Yo le respondí que ya algunos años atrás me había hecho a la idea de no tener descendencia. Que a mi conciencia no le interesaba que se trasmitieran mis genes o mi apellido por medio de los hijos (aunque por lo visto a mi inconciente o a mi instinto sí le interesaba). Que en todo caso, si mi apellido merecía sobrevivir debía ser por medio de mi obra... Pero apellidos, obras, acciones intencionadamente significantes, etc, todo puede reducirse nuevamente, finalmente, a ese llamado básico en el entramado de nuestros orígenes desoxirribonucleicos que nos insta a reproducirnos. Así que, resumiendo, yo no me visualizaba criando a mis vástagos pero me veía dejando unos libros, unas ideas, alguno que otro párrafo conciso y contundente, un blog, etc, que no es lo mismo pero es casi igual.

Ahora bien, la descendencia no se contradice con las obras, ni viceversa. Bien puedo tener pareja y crias, y dedicarles tiempo y espacio y darles cariño, y además invertir algún tiempo con constancia a algunas aficiones personales que van acumulándose conforme el tiempo pasa, y que al final pueden (o no) constituirse en obras. Claro, no me visualizaba como papá pero ya lo soy y me gusta. Me gusta ver crecer día con día a mi dragoncita, y me gusta también ser parte de su vida recién estrenada.

Con respecto a la tranquilidad, no lo sé, en primer lugar, antes no me sentía angustiado ni presionado por ningún "reloj biológico"; en segundo lugar, que Loana haya nacido no garantiza que mis genes sigan su viaje hacia el futuro porque ella bien podría decidir no tener hijos o podría ser estéril o podría no sobrevivir hasta edad reproductiva (toco madera); en tercer lugar, incluso si en un futuro ella nos diera nietos a mi amada y a mí, nadie garantiza que ellos a su vez sean capaces de trasmitir la información genética por las mismas razones recién expuestas, etc.

En realidad, ahora no estoy más calmado o sereno o tranquilo que antes de que naciera, sino más angustiado que nunca, porque ahora debo procurar el bienestar de mi beba y cuidarla y protegerla, y son tiempos de crisis y como dice Chico Buarque: "A veces llueve y otros día brilla el sol, mas yo quiero decirte que la cosa aquí está negra..."

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