La idea del «código abierto» es que el permitir a los usuarios modificar y redistribuir el software lo hará más potente y confiable. Pero no está garantizado. Los programadores de software privativo no son necesariamente incompetentes. Algunas veces producen un programa potente y confiable, aunque no respete la libertad de los usuarios. Los activistas en pro del software libre y los entusiastas del código abierto reaccionan a esto de un modo muy diferente.
Un entusiasta puro del código abierto, uno que no haya sido influenciado para nada por los ideales del software libre, dirá: «Estoy sorprendido que hayas hecho que tu programa funcione tan bien sin utilizar nuestro modelo de desarrollo, pero lo hiciste. ¿Cómo puedo obtener una copia?» Esta actitud premiará a los esquemas que nos quitan la libertad, llevando a su pérdida.
El activista en pro del software libre dirá: «Tu programa es muy atractivo, pero valoro más mi libertad. Así que rechazo tu programa. En su lugar apoyaré a un proyecto para que desarrolle un reemplazo libre.». Si valoramos nuestra libertad, podemos mantenerla y defenderla.
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