2 de diciembre de 2009

Ni reprobado ni aprobado sino todo lo contrario

El lunes pasado fue el último día de clases del SUA en la FFyL y no fui. No fui porque en el trabajo estamos en periodo de entrega y se ha puesto bastante intenso y nos hemos quedado hasta bastante más tarde, y porque no hice las tareas con las que los profesores debían evaluarme. No hice las tareas porque he estado cansadísimo y porque tuve un deslizamiento de prioridades con la llegada de Loana a mi vida. Esto es, no es culpa della que no haya hecho nada de lo que correspondía a la escuela, simplemente mi atención se enfocó de manera diferente y mejor decidí disfrutarla y cambiarle los pañales y bañarla y hacerla eructar y acariciarla y sacarle fotos y ponerla a tomar sus bañitos de sol y arrullarla y etc, que estar leyendo diariamente tres horas el material universitario necesario y escribiendo las tareas otras dos horas diarias.

Definitivamente el tiempo es un recurso limitado, he dormido unas cuatro horas por noche en dos cortos periodos divididos por una larga hora de obligatoria atención a las necesidades de mi hermosísima cría, y ni siquiera estoy seguro de que me hubiera dado abasto si esas cuatro horas las hubiera invertido haciendo lo de la universidad. Tal vez hubiera muerto por falta de refragmentación de mi cerebro durante el sueño rem, tal vez hubiera chocado o sido atropelado, o tal vez me hubiera vuelto loco, no lo sé, no puedo saberlo porque esas breves horas de descanso no fueron opcionales, de hecho en la actualidad con recargar mi cabeza sobre una almohada se desactiva automáticamente mi conciencia, y se reactiva al menor ruidito emitido por Loana.

Puedo decir que técnicamente no reprobé, porque como llegué al semestre cuando ya había empezado no estaba inscrito y lo que tenía que hacer era entrar de oyente a las clases, entregar todos los trabajos y presentar todos los exámenes, y luego pedirle a los profesores que pusieran mi calificación en el extraordinario. En fin, tampoco se puede decir que logré algo, excepto volver a la universidad a tomar algunas clases y encontrarme con un ambiente que me gustó mucho, con eruditos maestros y compañeros genuinamente interesados en las distintas materias que también a mí me interesan. No pasé, no reprobé, no regresé del todo, pero adquirí el ansia, las ganas, y ahora quiero inscribirme bien, como el reglamento manda, para cursar lo cursable, y definitivamente no entrar con tanta desventaja el próximo semestre, al cual me inscribiré, por supuesto.

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