Cuando viví en Francia entre los nueve y los doce años, mientras que mi mamá hacía allá su doctorado con una beca gubernamental mexicana y mi papá permanecía en México haciendo des-fortuna (lo re-estafaron varias veces y hasta perdió la casa), fui a los últimos dos años de primaria y al primero de secundaria, en français. En ese primermundista país la escuela es gratuita y de gran calidad hasta el nivel universitario, hay escuelas privadas pero la mayoría de los estudiantes asisten a las que provee el estado; la asistencia a la educación es obligatoria hasta la mayoría de edad, y un padre que no mande a sus hijos a la escuela o que pretenda ponerlos a trabajar enfrenta penas bastante severas; la escuela es de 8 a 18, casi nunca hay deberes para llevar a casa y hay comedores escolares en los que alimentan bastante bien a los pupilos; la escuela es asignada por el estado dependiendo del lugar de vivienda, de modo que nunca tengas que desplazarte más de 10 minutos a pie para llegar.
¿A qué viene esto?, pues a que allá la educación sí funciona para a) cuidar a los niños mientras los papás trabajan, b) instruirlos en las distintas materias del currículo, c) y constituir a la siguiente generación de quienes estarán a cargo del estado y darán continuidad a su sistema. Mientras que aquí, al menos en el sistema público, pero creo que el privado no es mucho mejor, los niños llegan a las ocho A.M. pero a las dos de la tarde ya salieron, con lo que se asume que habrá algún familiar (por lo general la madre) u otra persona fuera del mercado laboral esperando a los menores para alimentarlos y cuidarlos y ayudarles con su tarea, que suele ser tan abundante que la relación de los mocosos con sus mayores gira en torno a los deberes escolares en lugar de hacerlo respecto de ideas o valores.
Ultimadamente, me gustaría que la SEP, en lugar de quitar materias como filosofía o ética del plan de estudios, tratara de ampliar los horarios de los planteles para que los niños estuvieran ahí hasta tarde y permitieran que las madres trabajaran competitivamente en el mercado laboral sin preocupaciones respecto del paradero de sus hijos. Que instituyera la obligación de los comedores escolares, y lo regulara. Que capacitaran a los maestros para que en lugar de ser ellos los protagonistas expositores de la clase, establecieran dinámicas que hicieran a los chicos interaccionar entre ellos y resolver acertijos y problemas. Es decir, que reformaran el sistema educativo para que se pareciera más al francés (hèlas, no conozco otros). Claro, estas preocupaciones surgen de mi vislumbrar el futuro de mi pequeña en este país con sus variadas instituciones... También entreveo la posibilidad de irme a vivir allá con mi amada compañera y nuestra hermosísima pequeñuela.
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