Hemos intentado dejar a Loana dormida en su cuna mientras mi musa y yo, en las madrugadas, nos ponemos a hacer cosas en las que necesitamos avanzar, pero nuestra tiranita suele despertarse en menos de una hora, y se ofende, y llora, y luego ya no quiere volver a dormirse hasta no estar segura de que al menos uno de los dos estará ahí acostado a su lado. Digo que se ofende porque de verdad actúa así, nos ve como con rencor y nos grita en su idioma bebé, autoritariamente, impaciente, y si en menos de dos minutos (que ya es un esfuerzo de paciencia considerable para ella) no hemos ido a sacarla de su encierro empiezan los berridos. En ese punto, calmarla ya no es tan fácil, porque como dije, está ofendidita y rechaza caricias e intenta rasguñar o morder, y ya no es como cuando era más pequeña que distrayéndola nos la volvíamos a ganar, sino que ahora debemos apapacharla y hablarle dulcemente hasta que ella decida calmarse. Finalmente, como decía más arriba, ya no se duerme, mi teoría es que teme que la vayamos a volver a traicionar y a meter a su cuna, así que se espera hasta ver que de verdad nos dormiremos a su lado... De modo que en las madrugadas, decidimos entre mi musa y yo quien se queda con nuestra dulce dictadorzuela y quien avanza en lo que tenga que avanzar. A veces nos repartimos las noches, por ejemplo, ella trabaja hasta las dos o tres de la mañana, y luego llega a dormirse, yo siento su llegada y me levanto a hacer lo que tenía planeado. Total que trabajar simultáneamente, o dormirnos al mismo tiempo, las noches que tenemos que hacer (que son las más), nos ha resultado imposible. Hoy por ejemplo, ella terminó sus pendientes a las cinco, hora en la que me levanté a escribir este post.
Sí, es sábado, pero de todos modos creo que por hoy ya no volveré a la cama hasta en la noche... Ah, pinche manutención del status quo.
1 comentario:
Jejeje ya les tomo la medida, dirian las abuelitas.
Dejenla llorar, no tengan corazon de pollo y rapidamente recuperaran el mando.
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