Sentido, Felicidad, y Verdad
Una vida significativa no siempre es una vida feliz. Consideremos la historia de Victor Frankl, psiquiatra y autor de El hombre en busca de sentido. Encontró el sentido en medio de la horrenda experiencia de ser un preso en un campo de concentración Nazi. Debido parcialmente a dicha experiencia desarrolló una forma de psicoterapia, la logoterapia, basada en la primicia de la búsqueda de sentido en la vida humana. Sin embargo, su vida en el campo de concentración no fue, en ninguna forma usual del término, feliz. Si una vida significativa no siempre es feliz, del mismo modo una vida aparentemente feliz no siempre es significativa. Rara vez juzgamos una vida de placer ocioso, opulento y superficial como una vida llena de sentido.
El sentido es aquello en lo que estamos interesados en el fondo. Si pudiéramos tener también felicidad, entonces eso sería maravilloso. No podemos tener, sin embargo, ninguna garantía de que el sentido y la felicidad siempre vendrán juntos.
Esta falta de una conexión necesaria entre sentido y felicidad tiene un lado positivo. Sólo porque alquien es infeliz, está deprimido y desesperado con su vida, no quiere decir que su vida no tenga sentido. Su infelicidad es buena evidencia de que algo está mal ya sea en su vida o en el modo en que piensa respecto de ella. Sin embargo, sus sentimientos de infelicidad no implican de ningún modo lógico que su vida carece de sentido.
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