Ya se asoma la puntita del incisivo lateral superior derecho de Loana. El resto de sus encías están todas hinchaditas. Lleva ya una semana y media inquieta y molesta, pero ayer fue el acabose, casi no tomó leche, estuvo de malas y súper irritable la mayor parte del tiempo, apenas le daba la primer chupada al biberón y lo escupía con enojo, total que su mamá festejó el día de las mamás preocupada por los dolores de dentición de nuestra cachorrita.
De la beba sonriente y tranquila que sólo se quejaba tantito cuando sentía alguna incomodidad ya nos queda solamente el recuerdo. Ahora tenemos a una monstruita irritable que refunfuña a cada movimiento, que se da de vueltas en la cama cuando está acostada, azota cosas cuando está sentada, y no acepta nada de comer ni se tranquiliza ya con el arrullo de mamá. Pero se entiende, sobre todo porque su instrumento para conocer el mundo le da comezón y dolor. Las manos siguen siendo secundarias, pues la verdad es que todo lo que alcanza a apresar con ellas se lo lleva automáticamente a la boca para probarlo. Pero por si eso fuera poco, le dio tos con flemas, así que cuidarla se ha vuelto ligeramente difícil, ya que nuestra musita se ha convertido en una energumenita impaciente de mecha cortísima.
Le rezo al ratón (y/o la hadita) de los dientes para que la dentadura de mi hermosa cría le salga pronto, de modo que pueda ser otra vez una bebé sonriente y feliz. Mientras tanto tratamos de alivianarla con nenedent y una medicina pediátrica para la garganta... Este es un periodo de ajuste que siento similar a cuando Loana llegó a nuestras vidas, sobre todo por la falta de sueño para mi musa y para mí que implican sus molestias derivadas de la salida de los primeros dientitos.
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