Decir que una economía debería priorizar estructuras pequeñas, o constituirse en regiones que subsistan sin beneficios o interacciones, opta por tales opciones incluso cuando son contrarias a valores respetables y no conllevan en ellas mismas nada positivo. Sería sensato para los verdes demandar que una buena economía tomara en cuenta adecuadamente las implicaciones ambientales totales de las elecciones económicas, y ayudara a las personas a elegir tomando en cuenta dichas implicaciones. Tendría sentido pedir que que una economía perimitiera elecciones de escala sensatas tomando en cuenta implicaciones ecológicas y sociales, y no se prejuiciara de un modo o de otro. Cuando tratamos respecto a los lugares de trabajo, las unidades de vivienda, las industrias, y prácticamente cualquier tipo de institución y estructura social, algunas veces lo más grande es mejor, otras veces lo más pequeño es mejor, ya sea desde el punto de vista ecológico, o para alcanzar relaciones cara a cara, o por muchas otras razones. De forma similar, tendría sentido pedir que una economía no disolviera relaciones de beneficio y apoyo mutuo entre las regiones o tampoco que exagerara sus potenciales, pero, en vez de eso, permitiera flujos apropiados ecológicamente y justos y beneficiosos materialmente de región a región. Algunas veces tiene sentido que los recursos, bienes, y servicios fluyan libremente incluso a través de largas distancias, otras veces no. El asunto es que una economía no debería hacer dichas elecciones a priori, sino proveer a los trabajadores y consumidores la información necesaria y la influencia en la toma de decisiones adecuada para llegar colectivamente a opciones deseables, mientras surjan las condiciones y oportunidades.
Llegamos al final de este capítulo y al final de la primera parte de este libro y hemos llegado a preguntas positivas que motivan el resto de nuestra exploración. ¿Podemos especificar un nuevo tipo de economía que facilite la solidaridad, la diversidad, la equidad, y la auto-gestión, y que logre que se cumplan las funciones econonómicas deseables sin imponer costos que reduzcan los beneficios en modos que encontremos demasiado onerosos?
Si sí, entonces tenemos una nueva visión económica que de verdad podemos celebrar. Si no, entonces ya sea seguimos intentándolo o tendremos que escoger de entre los modelos horriblemente defectuosos que ya discutimos --obligándonos a decidir por el que consideremos el menos malvado.
Habiendo mostrado que las opciones económicas existentes impiden los valores que buscamos y preferimos, deseamos una visión nueva y mejor. Adoptar buenos valores, como en capítulos anteriores, es una parte de ir hacia adelante. Pero una visión alternativa seria debe delinear nuevas instituciones con diferentes propiedades de aquellas que toleramos hoy en día. Estas instituciones deberían lograr cumplir con la producción, distribución, y consumo al menos tan bien como las instituciones que encontramos en el capitalismo, el socialismo de mercado, el socialismo centralmente planificado y el bioregionalismo. Pero las nuevas instituciones no deberían inducir divisiones de clases ni producir el mando de una clase por otra. Y deberían mejorar en lugar de obstruir la equidad, diversidad, solidaridad, y auto-gestión. Para lograr estas metas propondremos un sistema llamado economía participativa.
23 de mayo de 2010
Parecon - Parte 1 (47 de 48)
Etiquetas: estrategia - Publicó persona.vitrea a las 09:00
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