El avance de la sociedad digital, cuyo promotor involuntario es la burguesía, reemplaza el aislamiento de los creadores, derivado de la competencia, con la combinación revolucionaria de los mismos, derivada de la asociación. Los creadores del conocimiento, la tecnología y la cultura, descubren que ya no requieren de la estructura de producción basada en la propiedad ni en la estructura de distribución basada en la imposición del pago. La asociación, y su modelo anarquista de producción sin propiedad, hace posible la creación del software libre, a través del cual los creadores toman control de la tecnología para la producción subsecuente*. La Red en sí misma, liberada del control de emisores y otros propietarios de ancho de banda, se convierte en el nexo de un nuevo sistema de distribución, basado en la asociación entre pares sin control jerárquico, que reemplaza el sistema coercitivo de distribución para toda la música, video, y otros bienes ligeros. Las universidades, las bibliotecas y las instituciones relacionadas se convierten en aliados de la nueva clase, que interpreta su rol histórico de distribuidora de conocimiento para requerirles que ofrezcan a toda la gente un acceso cada vez más completo y libre al conocimiento que les ha sido encomendado. Liberar a la información del control de la propiedad, libera al trabajador de su rol impuesto como guardián de la máquina. La información libre permite al trabajador invertir su tiempo no en el consumo de la cultura burguesa, con sus cada vez más urgentes invitaciones a un consumo estéril, sino en el cultivo de su mente y de sus habilidades. Cada vez más consciente de sus poderes de creación, el trabajador deja de ser un participante pasivo en los sistemas de producción y de consumo en los que la sociedad burguesa lo atrapó.
Pero la burguesía, siempre y en donde sea que ha tenido la ventaja, ha acabado con toda relación feudal, patriarcal, idílica. Ha deshecho inmisericordemente los variados lazos feudales que unían al hombre con sus "superiores naturales", y no ha dejado ningún otro nexo entre hombre y hombre que un desnudo interés propio, que un frívolo "pago en efectivo". Ha ahogado los éxtasis más celestiales del fervor religioso, del entusiasmo caballeroso, de sentimentalismo filisteo, en las gélidas aguas del cálculo egoísta. Ha rebajado el valor personal a un valor mercantil. Y en el lugar de las innumerables libertades implementables, ha impuesto una sola y despreocupada libertad –la del Libre Comercio. En una palabra, la explotación, disimulada con ilusiones políticas y religiosas, por una explotación desnuda, desvergonzada, directa, brutal.
* El movimiento del software libre se ha valido de programadores en todo el mundo –pagados y voluntarios– desde los primeros años de la década de los ochenta, para crear el sistema operativo GNU/Linux y demás software relacionado, que puede ser copiado, modificado y redistribuido por todos sus usuarios. Este entorno técnico, ahora ubicuo y competitivamente superior a los productos de la industria de software privativo, libera a los usuarios de las computadoras de los medios de control monopólico de la tecnología que, según la visión capitalista, debían dominar la revolución de la computadora personal. Al desplazar la producción propietaria del monopolio más poderoso del mundo, el movimiento del software libre muestra que las asociaciones de trabajadores digitales son capaces de producir mejores bienes, para su distribución a un costo nominal, de lo que la producción capitalista puede lograr a pesar de los muy alardeados "incentivos" creados por la propiedad y la ley excluyente de la "propiedad intelectual".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario