La tecnología digital transforma la economía burguesa. Las mercancías predominates en el sistema de producción –los artículos de consumo cultural que son tanto los bienes vendidos como las instrucciones al trabajador sobre qué y cómo comprar– así como todas las demás formas de cultura y conocimiento tienen ahora un costo marginal igual a cero. Todos y Cualquiera pueden tener el beneficio de todos los trabajos de la cultura: música, arte, literatura, información técnica, ciencia, y todas las demás formas de conocimiento. Las barreras de la desigualdad social y el aislamiento geográfico se disuelven. En vez de la vieja exclusión y autosuficiencia local y nacional, ahora tenemos intercambios en todas las direcciones, y la interdependencia universal de las personas. De igual manera que con la material, sucede también en la producción intelectual. Las creaciones intelectuales de individuos se convierten en propiedad común. La sociedad burguesa moderna con sus relaciones de producción, de intercambios y de propiedad, una sociedad que ha conjurado medios de producción e intercambio tan enormes, es como un aprendiz de brujo, que ya no es capaz de controlar los poderes del inframundo que invocó con sus encantos.
Con este cambio, el hombre está por fin obligado a encarar con un sentido sobrio sus condiciones reales de vida, y las relaciones con sus semejantes. La sociedad se enfrenta al simple hecho de que cuando todos pueden poseer todos los trabajos intelectuales de utilidad y belleza –cosechando todo el valor humano de cada incremento en el conocimiento– al mismo costo que cualquier persona puede poseerlos, ya no resulta moral excluir. Si Roma hubiera tenido el poder de alimentar a todos ampliamente a un costo no mayor que el de la misma mesa de César, el que alguno fuera abandonado a la inanición justificaría que el pueblo derribara violentamente al César. Pero el sistema burgués de propiedad demanda que el conocimiento y la cultura sean racionadas según la capacidad para pagarlas. Los modelos tradicionales y alternativos, viables nuevamente gracias a la tecnología de la interconexión, entre los cuales las asociaciones voluntarias entre quienes crean y quienes respaldan, se ven necesariamente obligados a una competencia desigual contra los abrumadoramente poderosos sistemas de comunicación masiva privados. Esos sistemas de comunicación masiva están a su vez basados en la apropiación de los derechos comunes de la gente con respecto al espectro electromagnético. Por toda la sociedad digital, las clases de trabajadores del conocimiento –artistas, músicos, escritores, estudiantes, tecnólogos y otros tratando de mejorar sus condiciones de vida copiando y modificando información– están radicalizadas por el conflicto entre lo que saben que es posible y lo que la ideología de la burguesía les compele a aceptar. De esta discordancia emerge la consciencia de una nueva clase, y con el surgimiento de esta consciencia comienza la caída de la propiedad.
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