Capítulo 3
LA MUERTE
"¿Porqué tendría que vivir?, ¿Por qué debería desear cualquier cosa?, ¿Por qué tendría que hacer nada? Nuevamente, en otras palabras: ¿Existe algún sentido en mi vida que no vaya a ser destruido por la inevitable muerte que me espera?"
- Leon Tolstoy (1828-1910), Mi confesión (Tolstoy 1929:20)
Con suerte, nuestras muertes serán fáciles. Sin suerte, nuestras muertes serán duras. Como sea que suceda, sin embargo, la muerte es el fin de la vida. Se termina. Dejamos de existir. No más posibilidades, no más conciencia, sólo absoluto no ser. El mundo sigue adelante sin nosotros. El sol sigue brillando, la naturaleza sigue siendo hermosa, los niños siguen jugando, pero ya no estamos ahí. La muerte es el fin.
La muerte le pasa a todos. Nadie entre nosotros es especial. Ningún milagro sucederá. Ninguna fuerza cósmica vendrá a rescatarnos. Incluso si nuestros padres o pareja estuvieran dispuestos, nadie puede morir en nuestro lugar. Inevitablemente, dejaremos de existir. No podemos eludir a nuestra muerte.
¿Es la muerte, entonces, el sumo enemigo del sentido? ¿Es la muerte el dragón invencible cuyas mandíbulas condenan toda búsqueda al fracaso?
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