Hace poco, Mariana, mi amiga de la infancia, me mandó una crítica de un tal Theo Tait, publicada en The Guardian, sobre la última novela de Umberto Eco: El cementerio de Praga. Ahora bien, el crítico no es un paisano ni un ignorante, conoce y cita adecuadamente El péndulo de Foucault al principio de su reseña, parece conocer a Jorge Luis Borges, además de que no es de los que gritan "¡ANTISEMITA!" en cuanto alguien dice o escribe algo que suene ligeramente crítico de Israel o de la religión de Abraham. No se asusta, como otros brutos que enfocaron sus baterías exclusivamente en ese detalle, con el evidente y flagrante antisemitismo del personaje principal de la novela, en una época en la que todavía no se acuñaba el término antisemitismo, y era hasta cierto punto normal antagonizar con otros grupos sociales con comentarios que hoy en día catalogaríamos, en el mejor de los casos, de políticamente incorrectos.
La crítica empieza con un subtítulo que reza: "Umberto Eco is back on familiar ground, but does his 'cheap fiction' still thrill?" (Umberto Eco está de regreso en terreno familiar, pero ¿acaso su 'ficción barata' aún emociona?). Ya con eso de cheap, opuesto obviamente a valuable, yo me había ofendido ligeramente porque ¿no tendría el crítico que decirnos cuales son los estándares por medio de los cuales etiqueta a la ficción de valiosa Vs barata? Tal vez, si el tal Theo Tait tuviera un sistema de rating como filthy critic y un historial de reseñas de cientos de libros, podríamos saber y entender sus gustos y modos de evaluar, pero su historial es breve y sin ningún modelo definido de calificación que nos permita saber contra qué es barata la ficción de Umberto Eco.
En los primeros cuatro párrafos Tait habla de modo distante pero preciso sobre la última obra de Eco, luego pasa del libro al mismísimo Eco: "A scholar of medieval aesthetics turned professor of semiotics, Eco has forged a highly successful career as a novelist by combining esoteric interests with mass-market storylines" (Un erudito de estética medieval convertido en profesor de semiótica, Eco se ha forjado una carrera muy exitosa como novelista combinando intereses esotéricos con historias para el mercado masivo).
Supongo que si hablas de un libro también está bien hablar de su autor, pero esa oración con la que abre el quinto párrafo me dejó un mal sabor de boca, porque en primer lugar su especialidad no es "estética medieval", Eco mismo explica que para los medievales el concepto de estética tal y como hoy se concibe no existía, y su tesis de graduación de la facultad de filosofía se titula El problema estético en Tomás de Aquino, y en ella, más que estética como tal persigue y trata de definir al concepto de "lo bello" en y a partir de los escritos del teólogo medieval, con la intención de refutar a otro erudito francés que había puesto en boca del Aquinates palabras que nunca escribió, y por lo tanto conceptos de belleza que no correspondían a su tiempo.
En realidad esa fue su tesis de graduación, pero su formación es filosófica, y en la mayoría de sus primeros libros su tema de interés principal es la filosofía del lenguaje, pasar de ahí a la semiótica no es un paso tan alocado como de "estética medieval" a semiótica. Por otra parte cuando el Theo Tait dice que Eco ha combinado intereses esotéricos con historias para el mercado masivo, me parece que no entendió nada porque el nombre de la rosa no es esotérico y tiene como ocho niveles de lectura, cosa poco común para un libro para las masas, además de pintar una época, un lugar, una cultura, un mundo en chiquito como la abadía visitada por Adso y Guillermo de Basquerville de modos tan vívidos que ya quisieran muchos autores de masas. ¿Y no es una historia de detectives?, sí, pero es una de las tantas capas que tiene el libro.
En El péndulo de Foucault hay mucho esoterismo, ok, pero ni en La isla del día de antes, ni en Baudolino, ni en La misteriosa llama de la reina Loana hay nada de eso. Lo que me lleva a mi siguiente objeción, El cementerio de Praga, dice el crítico, "is billed as a return to form after three rather disappointing novels" (está anunciado como una vuelta a la forma después de tres novelas más bien decepcionantes). Ahí sí salté, ¿cómo se atreve?, otra vez, que me diga contra qué compara, ¿qué novelas tendría yo que leer para poder barrer con la mirada haciendo cara de fuchi a las obras de Umberto Eco.
Luego Tait sale con que "this is the sort of exercise that the Argentine writer would have turned into a dizzying, flawlessly executed five-page short story" (este es el tipo de ejercicio que el escritor Argentino [Borges] habría convertido en un cuento corto de cinco páginas vertiginoso y ejecutado a la perfección). Sí, con toda la complejidad que tiene la última novela de Eco, Borges la hubiera convertido en un cuento de cinco páginas, seguramente, si hubiera estado interesadísimo en problemas de doble personalidad y en París de 1850-90, con certeza, lo puedo ver como si estuviera pasando frente a mis ojos, Borges habría escrito la obra perfecta si primero la ceguera y luego la muerte no nos lo hubieran quitado tan pronto. El hecho es que Eco ha estudiado a Borges y no al revés (Borges a Eco), y, si a especulaciones "baratas" nos vamos, opino que Borges habría disfrutado muchísimo la obra de Eco. Ya para los últimos dos párrafos el crítico se descoce en contra de Umberto Eco y su novela, y surgen términos como insoportable, pesado, repetitivo, y toda la clase de adjetivos dichos normalmente por quienes no saben qué más añadir a sus reseñas.